viernes, 18 de junio de 2010

Honoré de Balzac


Honoré de Balzac, novelista francés (Tours 1799, París 1850) da nombre a este restaurante. Su gran obra, y a la que dedicó gran parte de su vida fue la Comedia Humana, compuesta por 137 novelas costumbristas de la Francia post-revolucionaria. No consta si fue un gourmet, pero tal vez si levantara la cabeza y viniera a Madrid, no estaría especialmente orgulloso del Balzac restaurante.

Balzac, 18 junio 2010

Estamos en pleno mundial Sudáfrica 2010, y el pasado miércoles jarro de agua fría. La Roja, la superfavorita en todas las apuestas, la campeona de Europa, perdía contra la “lenta y tosca” Suiza, según comentarios del Marca. ¡Qué decepción!, y qué cara se nos quedó a todos. Más o menos parecida a la cara que se nos quedó cuando abrimos la carta de Balzac.


Todo empezó al poco de terminar la comida en el ambiente taurino de Salvador. Después de ver las fotos del restaurante, pensamos que era el momento de probar “rabo de toro”, un plato mítico de este recorrido gastronómico madrileño, y una leyenda urbana decía que en Balzac hacían el mejor rabo de toro de Madrid, incluso deshuesado, lo que lo hacía mucho más fácil y cómodo. Así que después de cierta discusión sobre lo idóneo del lugar, que si terraza, que si ya llega el buen tiempo, acabamos yendo a Balzac decididos a probar el gelatinoso rabo de toro.


Primeros momentos de desconcierto al ver que en la carta no hay rabo de toro, ni tan siquiera en el apartado de especialidades. Desolación absoluta al confirmar con el maitre que no hacen rabo de toro ni nada que se le parezca. Y ahí nos encontramos, en Balzac, casi enfrente de los Jerónimos, en la mejor zona de Retiro, sin saber por donde empezar y mucho menos por donde seguir.


De ahí que empezáramos compartiendo unos huevos rotos con sobrasada de Mallorca, que estaban francamente conseguidos, un tartar de tomate con cangrejo y guacamole muy original y unas croquetas de jamón bastante vulgares. Los segundos platos, que para la mayoría suplieron al rabo de toro, una decepción. La chuleta simplemente mala, los rapes no despertaron ningún entusiasmo y no se tienen noticias ni de los chipirones de Chus ni del steak tartar de Josechu. No hubo especial interés por los postres, no pedimos ninguno, y hasta el café era una mezcla de café de puchero con máquina, con un sabor indefinido.


Balzac ha sido durante muchos años una referencia de la cocina del País Vasco Francés en Madrid. Ya el nombre da idea de que nos vamos a encontrar en un local con un punto afrancesado y con otro punto sofisticado, lo que en otros términos quiere decir que va a ser caro. Hubo un tiempo en que Iñaki Camba, hoy dueño y alma mater de Arce, era el chef de Balzac, fueron sus años de esplendor, y lo que te daban valía lo que pagabas. Hoy Balzac es un restaurante un punto desangelado y con una comida un punto vulgar, con el problema de que sigue siendo caro y lo que te dan no vale lo que pagas. O sea, que nos acordaremos de Balzac por lo caro. Mala señal para un restaurante.


Estuvimos los de siempre, y hablamos casi toda la comida del evento del año (o casi podríamos decir que del evento de los últimos 25 años), la reunión del XXV Aniversario de la gracuación del IESE. Repaso detallado a todos y cada uno, que si fulanito está como siempre, que si menganito está mucho más gordo y envejecido, que si zutanita está más fea o que hay algunos que han mejorado con el paso del tiempo (no físicamente, que es difícil, pero sí de humor). Nadie quedó libre de admiración o de crítica, y es que la brillantez del aniversario merecía una comida monográfica.


Tan intensa fue la conversación, que casi nos olvidamos de Balzac, eso que salimos ganando. Y así con una sobremesa más larga de lo habitual, nos fuimos despidiendo decidiendo alargar este ciclo con otra comida en julio. Que por mucho verano que sea, hay que mantener las buenas costumbres.


miércoles, 9 de junio de 2010