viernes, 21 de enero de 2011

Conlaya, 21 de enero de 2011

La primera comida del año, después de pasar las Navidades, reflejó en el ambiente los pecados cometidos en las fiestas. Quién más, quién menos, estaba preocupado por su peso. Alberto luchando por rebajar 2 kilos más (probablemente el que menos lo necesita), Germán y María Teresa como siempre, hablando del régimen de las 3 P’s y las 3 A’s, o sea que no se puede comer de nada, y así sucesivamente. Resumiendo, que las Navidades han debido estar llenas de turrones, mazapanes, dulces y demás. Y ahora viene la cuesta calórica de enero.

Nada mejor para ello que un restaurante cántabro, ya que seguimos recorriendo el Cantábrico hacia el este, llegando esta vez a Conlaya, en la calle Zurbano. No hay muchos restaurantes cántabros en Madrid, de hecho no hay muchos restaurantes cántabros en ningún sitio, por lo que tendremos que agradecer a Ana su selección. Conlaya parece un restaurante bastante nuevo, bien decorado, en plan minimalista, pero muy agradable. No hay muchos restaurantes cántabros porque Cantabria destaca por muchas cosas, pero no especialmente por su cocina. Cocido montañés, variante de los cocidos de Castilla, y materia prima del mar son los productos más distinguidos de la cocina cántabra, además de los sobaos y las quesadas, que pueden servir para un postre, una merienda o incluso un desayuno. Tal vez herencia de los tiempos en que Santander era “la Castilla que se asoma al mar”.

Todavía en la barra de la entrada, después de las felicitaciones por el nuevo año delante de un vino compuesto por seis variedades de uva (imposible reflejarlas aquí todas), nos fuimos sentando en una mesa con una forma un poco caprichosa, dispuestos a saborear lo mejor del Puerto Chico (salvando las distancias). Estábamos todos los habituales, esperando como siempre a Pedro (que algún día vendrá), y a Iván (que hizo su particular jornada en un tres estrellas Michelín de Coslada)

Saboreamos un buen aperitivo de la casa, compuesto de morcilla, y pasamos a pedir, recomendados por un eficaz maitre. Nos lanzamos a picar dos productos típicos del Mar de Cantabria (o sea, el Cantábrico, por lo que puede que sean de Cantabria o no), sardinas con pimientos y rabas de calamar peludín. La primera sorpresa con las sardinas, regadas con un aceite cordobés excepcional. También las rabas eran magníficas, muy bien cocinadas y sabrosas.

La discusión empezó a girar alrededor de la propuesta de Alberto de explorar las cocinas de los países emergentes, los BRIC’s y los BEE’s, para estar más acorde con los tiempos que corren por la economía mundial. La propuesta no tuvo mucho entusiasmo, respecto de los BRIC’s, hay oposición frontal a restaurantes indios, y tampoco los Rodizios brasileños despiertan pasiones. Y respecto de los BEE’s, la conversación respecto de Turquía derivó a la compra del BBVA de un banco turco, pero sin noticias de la gastronomía turca. Así que seguiremos recorriendo la gastronomía española, a pesar de las críticas respecto de su contundencia (nuevamente consecuencia del cargo de conciencia por los kilos de más, fruto de los excesos navideños).

Llegamos con ello a los platos principales. Que en gran parte se compartieron, por aquello de comer con moderación. El fondo sur se dedicó al machote, pescado supuestamente cántabro, parecido a la urta andaluza. Muy sabroso, mereció elogios, muchos más que los besugos, que fueron a parar al fondo norte, y que no pasaron la comparación con los besugos de Orio o de Getaria. En medio, Chus se decantó por unos salmonetes que tenían muy buena pinta.

El vino de las seis variedades de uva tuvo tanto éxito que las botellas fueron cayendo una tras otra. Y así llegamos a los postres (bueno, los que llegaron, que otros tuvieron que irse a picar piedra), donde triunfaron unas torrijas recomendadas nuevamente por el solícito y eficiente maitre, torrijas que al parecer han llegado hasta el Palacio de la Zarzuela.

Y así, en medio de tan reales argumentos quedamos en seguir recorriendo la cocina española, intentando cuadrar la siempre complicada agenda de Chus, esta vez comprometida con viajes a Fuerteventura y Egipto, por cierto uno de los BEE’s. Veremos pues la próxima vez las fotos de tan milenaria y emergente economía.